Antonín Dvořák (1841–1904) fue un compositor checo cuyas obras son celebradas por su belleza lírica, vitalidad rítmica e incorporación de influencias folclóricas. Nacido en el pueblo de Nelahozeves, cerca de Praga, Dvořák surgió de orígenes humildes para convertirse en uno de los compositores más destacados del Romanticismo.
Alcanzó reconocimiento internacional con piezas como las Danzas eslavas, el Concierto para violonchelo en si menor y la Sinfonía No. 9 “Del Nuevo Mundo”, esta última compuesta durante su etapa como director del Conservatorio Nacional de Música en la ciudad de Nueva York.
La música de Dvořák refleja frecuentemente su herencia bohemia, fusionando melodías tradicionales eslavas con las formas clásicas. Su legado perdura a través de un vasto catálogo que incluye sinfonías, música de cámara, óperas y obras sacras.